¡Halagados seamos todos!
Y
me dijo: “Cuando sea mayor no le podrás decir tantas veces que es guapa”. Ya, porque cuando
empiece a hablar e ir a la escuela sólo dirá ¡soy guapa, soy guapa!, ¿no?
Pero claro, también le estoy diciendo la verdad. Para mi, ella es
preciosa. Y lo es. No sólo lo digo yo. Lo dicen muchos. Ella se durmió,
mirándome con sus enormes oscuros ojos. Aún es muy pequeña, siete meses, y sólo
habla con sus grandes y expresivos ojos negros. Y, así, mientras ella se
dormía, terminó la conversación con mi madre.
A
partir de aquí me planteé que ¿Cuántas veces podemos decir la verdad?, o
¿Hasta cuantas veces podemos decir nuestra verdad?, ¿Hasta qué edad podemos
decir palabras bonitas? o ¿Cuántas veces podemos decir lo que sentimos?, ¿Tengo
que regular los halagos?, ¿Por qué tengo que dejar de decirle que es guapa, si
lo es?
Cuando
nacemos todos somos iguales. No tenemos miedos, no tenemos dudas, no sabemos
que es lo bueno ni que es lo malo... en definitiva, que somos, podríamos decir,
neutros. A medida que vamos creciendo es cuando nos vamos formando,
aprendiendo, desaprendiendo y viendo la realidad.
Y
yo me pregunto ¿por qué tiene que haber un límite de veces para decir
cosas positivas? No debería, pienso. Estamos en una época en la que
predominan los mensajes para ser, o aprender a ser, optimistas, felices,
alegres… se han creado muchas empresas expandiendo “el buen rollo”, la
motivación… y… ¿por qué yo a un bebé tengo que dejar de decirle cosas bonitas?
Entiendo
perfectamente porqué mi madre me dice que a medida que vaya creciendo
deje de decirle tantas veces por minuto que es preciosa. Pero a raíz de esta
conversación me vino a la cabeza que los humanos por un lado “vendemos”
positivismo, buen rollismo, felicidad, amor, palabras bonitas… nos compramos
una taza, una libreta, un bolígrafo con mensajes positivos, no obstante en
persona, en vivo y en directo no
nos decimos ni cosas bonitas a nosotros mismos, ni se las decimos a quien se
las merecen (es decir, todos).
Presumimos
de haber regalado una taza que pone ¡A
la mamá más bonita del planeta! No obstante, ni cuando se la
regalamos le decimos lo mucho que la queremos, lo genial que nos parece, lo
única que es para nosotros… Le regalamos una libreta a un amigo que en la
portada está escrito ¡Para el mejor
amigo del mundo. Me respaldas en los buenos y en los malos momentos! No
obstante, no le hemos dicho en 30 años lo mucho que le queremos.
Hablamos
a través de tazas, de libretas, de bolis… QUE ME PARECE ESTUPENDO y me encanta.
Pero, ¿no creéis que todo lo bonito que nos transmite esta persona se lo
tendríamos que decir en persona? Las tazas son preciosas, y nos encantan, pero
las palabras que saldrán de nuestro corazón aun lo serán más.
La
taza tiene que ser para que esta persona, cuando la vea, se
acuerde de ti y de todas las palabras bonitas que le dijiste el día que se la
regalaste.
La
taza es el coche. Las palabras son la gasolina. Periódicamente tenemos que llenar el depósito para poder continuar.
Cuando nos apetezca, tenemos que decirnos palabras bonitas. Siempre son
bien recibidas. ¿Conoces a alguien a quien no le guste que le
digan cosas bonitas? (Los hay. Ya sea por baja autoestima,
desconfianza, cuestiones culturales…) Pero en general a todos nos gusta recibir
halagos.
Aceptarlos
y dar las gracias por haberlos recibido no te convierte en una persona
arrogante, con enorme ego, creída… Es sencillamente aceptar la realidad y los
sentimientos de la persona que te lo está diciendo. Si me seguís y habéis leído
la Historia de Mariana (Cap. 2, Cap. 3, Cap. 4, Cap. 5 y Cap. 6 ), habréis visto que cuando una persona no está
bien consigo misma y le dicen un cumplido, lo que siente es que se lo
están diciendo para ser amables o porque sienten lástima por la persona. Pero
en el fondo de nuestro corazón, cuando recibimos un halago, puede alegrarnos el
día. No tenemos que desconfiar que detrás de este halago vendrá una petición de
favor, por ejemplo.
Leí
una reflexión que decía que la
manera en que reaccionamos ante un halago (o insulto) dice más de nosotros que
el comentario que nos hacen. Y si lo pensamos un momento es totalmente
cierto.
Todos los cumplidos hacen que nos sintamos mejor. Tanto si vienen de fuera como de dentro. Yo, desde hace un tiempecito, cuando estoy en el baño lavándome la cara, por ejemplo, me miro al espejo y me digo cosas bonitas. Si no lo habéis probado nunca, os lo aconsejo. Tengo que decir que la primera vez que lo hice sentí vergüenza. Pensaba ¿qué estás haciendo, Coral? Y me reí. ¿Te has quedado alguna vez mirándote fijamente a los ojos? ¿Qué ves?, ¿Te reconoces?, ¿Qué sientes?, ¿Qué te dirías?, ¿Qué te gustaría que te dijeran? Tú y nadie más que tú puede hacerte sentir halagado. Tú eres tu mejor halagador. De corazón os aconsejo que, aunque sea una vez,vayáis al baño, o donde sea que tengáis un espejo, y os miréis directamente a los ojos. ¡Ah! ¡Y decirlas cosas en voz alta es mejor!
*
Si
quieres puedes ir ahora… dejo un espacio… de verdad, de corazón, es una
sensación muy bonita. Aunque tú seas tú, creo que no te has mirado como
deberías hacerlo. Ahora es un buen momento para mirarte a los ojos. Pero
mirarte de verdad. No observarte mientras te lavas los dientes... M I R A R T E como dirigir tú
vista hacia ti y fijar atención en ello.
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9
8
7
Ve…
6
5
Te
lo aconsejo de verdad…
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Mírate…
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1
¿Cómo
ha ido?, ¿Te ha gustado la sensación?, ¿Qué has sentido?, ¿Te has reído?, ¿Te
has reconocido?, ¿Te ha gustado mirarte?, ¿Te has dicho cosas bonitas? ¿Qué te
ha salido del corazón? Sea lo que
sea lo que te digas o digan, cuando las palabras son sinceras y salen del
corazón, no hay quien las pare.
Para
concluir, decir que las respuestas a las preguntas que me hacía al principio
son que siempre podemos decir la verdad, que no hay límite para decir nuestra
verdad, que no hay edad para decir palabras bonitas, que siempre podemos decir
lo que sentimos, que no tengo que regular los halagos, que no tengo que dejar
de decirle que es guapa cuando empiece a hablar… porque son palabras de verdad,
son palabras sinceras, amables, agradables, bonitas, porque son palabras que
salen del corazón… y yo seguiré regalando tazas y seguiré expresando los
sentimientos en voz alta.
Hoy,
para terminar, lo haremos con una cita de la Biblia que dice “Traten a los demás como ustedes
quisieran ser tratados” Mateo 7:12 (Nuevo Testamento)
Gracias,
gracias y gracias. ¡Feliz semana y hasta el jueves! ¡Hazte feliz siendo
halagado y halagador!
Coral💋
*
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